Nací un caluroso 31 de agosto en Valencia. Mi madre eligió para mí el nombre de Mar, van pasando los años y cada vez me siento más afín al carácter de ese vasto elemento, especialmente por todo lo desconocido que habita en él. Las ganas de bucear en los fondos submarinos de la existencia es una de las cosas que se activó en mí de forma temprana, desde la pubertad o más allá… Al mismo tiempo que se encendió la indignación por las desigualdades sociales (especialmente las generadas por la cultura patriarcal), así como el deseo de aventurarme a conocer el mundo y las diferentes realidades sociales que en él habitan.
Estas tres inquietudes me acompañan hasta el día de hoy, han ido marcando mi camino y mis experiencias vitales, y configuran la alquimia de lo que soy y ofrezco.
Estudié Ciencias Ambientales en Barcelona, cuando todavía era una carrera bastante nueva, viajé mucho por Latinoamérica, especialmente por Perú, donde me asenté por más de12 años de mi vida. En medio de los Andes los conocimientos de medio ambiente se convirtieron en compromiso con las comunidades campesinas que defienden sus territorios, y después se fueron incorporando como un verdadero sentir, un rito de comunión con el entorno.
Paralelamente me fui haciendo “Especialista de Género” y “Facilitadora Social”, dos profesiones que he ido forjando con la práctica, acompañando procesos sociales, proyectos, talleres en diferentes ámbitos… reflexionando y observando mucho, mucho, tanto el mundo de afuera, como el de adentro.
En el 2013, abrí una nueva puerta que latía fuerte en mí: me formé como Doula y comencé a acompañar a mujeres y familias en sus gestaciones, partos y pospartos, campo en el que he seguido formándome hasta el día de hoy, y en el que mi hijo y la experiencia personal son la gran maestría.
Y en estos últimos años ahondé en un conocimiento que siempre me había fascinado pero que había explorado solo tímidamente: la Astrología como herramienta psicológica, o como Ciencia Oculta, como lo nombra Oscar Adler, esa ciencia que viene de lo interno de cada ser y que nos conecta con el misterio de la vida.
Observar la Naturaleza, hacerme preguntas sobre lo visible y lo invisible, verme espejada en la persona que tengo delante, escuchar mi cuerpo como un organismo sabio que habla, explorar mi movimiento con la danza de la música y del silencio, jugar con la vibración de mi voz, observar y dialogar con el fuego, sentarme en círculos donde la palabra es sagrada, ciclar con la Luna y con Venus, meditar con las abejas….. son innumerables las prácticas que me han ido construyendo, así como las personas que me han inspirado, acompañado y guiado a lo largo del camino. Gracias infinitas a todas ellas.
De forma testimonial nombro algunas Maestras con las que me he formado y transformado:
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